martes, 29 de julio de 2014

QUIERO "SER" DELGADA

“Querer” no alcanza para alcanzar la meta, sin la “acción”  consecuente al deseo.

Todos “queremos” ser delgados, ¿pero alcanza con eso?. Pasan los años y nos cansamos de subir y bajar de peso, como un sin fin que nunca se estabiliza en ese cuerpo que deseamos, porque volvemos a engordar sistemáticamente, ¿verdad?.
¡Claro!, yo también pasé por eso, hasta que un día me hizo “clic” la cabeza y dejé de engañarme, es decir, me di cuenta que esforzarme para bajar de peso unos cuantos días o un tiempo determinado, no me sirve si vuelvo a comer mal.
Supe, entonces, que el truco es diseñarme un método o una estrategia clara, que pueda respetar toda mi vida, y aunque un día caiga en la vil tentación, pueda retomar mi camino rápidamente sin deprimirme, sin sacrificios y sin quilos demás.
Tener una estrategia significa, para mi, no solo la luz que ilumina mi relación con la comida, es mi alegría emocional, es mi “yo puedo”, y eso no es poca cosa, todo lo contrario, no es nada más ni nada menos que PODER.
El “poder” es lo que nos trae la calma en todos los aspectos de la vida. Yo soy tan feliz cuando logro poder con algo, que siento la obligación espiritual de compartirlo, pues pienso que si me pasa a mí, les pasa muchas personas, y si encontré una ruta de salida, una pista, una puerta, una idea, por mínima que sea, debo compartirla para ayudar a otros.
Claro que a no todos les conviene “poder”, y ¿sabés por qué?, porque pudiendo se deja de ser víctima. En mi caso, detesto ser víctima de cosas que yo puedo cambiar, dejo ese adjetivo para las personas que sufrieron una desgracia de las que no son responsables, pero no me permito victimizarme solo por comodidad, prefiero ser valiente y cambiar las cosas.
Veo envejecer mucha gente diciendo “quiero ser delgado”, pero sus comportamientos frente a la comida son decadentes, flojos, y aunque se rían y hagan chistes al respecto, minimizando sus verdaderos sentimientos de frustración, no puedo dejar de sentir pena por ellos. Esa pena me hizo reflexionar respecto a mis sentimientos sobre mí en el presente y en el futuro, me hizo preguntarme: ¿quiero sentir pena por mí?, ¿puedo cambiar este sentimiento por orgullo?. ¡Claro!, pero tuve y tengo que trabajar mucho con mis debilidades.


“Para ser delgada actúo en consecuencia, la acción define el resultado y no el deseo”.

“Pudiendo dejo de ser víctima”.

“Modifico mis sentimientos de frustración por sentimientos de orgullo a través de mi trabajo personal frente a mis debilidades”.

TIP: Actúa en consecuencia a tu deseo y obtendrás lo que sueñas.

Verónica Lercari


jueves, 17 de abril de 2014

CALIDAD & CANTIDAD

Cuando comprendí la estrecha relación que hay entre el resultado, la cantidad y la calidad de lo que comía, descubrí que debía hacer una regla fija de esto para toda mi vida.
Yo, como muchos de ustedes, cuantificaba a los alimentos por su valor calórico solamente, la única variable que tenía en cuenta era: “engorda mucho, poquito, nada”, sin tener presente el valor nutricional de los mismos. Pero luego de “aquel día” bisagra en mi relación con la comida y mi salud, en el que, por primera vez, relacioné lo que comía con mi aumento en el colesterol, gracias a mi médico que luego de ver los resultados de mis análisis de sangre, levantó la vista y me dijo a los ojos: "sos una mujer inteligente, revisá lo que comés y en tres meses volvemos a hacer el chequeo", comencé un largo y continuo camino en el que me veo obligada a tener en cuenta otras variables a la hora de elegir todo lo que trago. Lo primero fue lo más urgente: reconocer los alimentos que tienen grasa saturada y trans en su interior, como las de origen animal en especial de rumiantes (vaca) y sus derivados, para el primer caso; y las de origen industrial, como los aceites transformados en margarinas y aceites sometidos a altas temperaturas como los fritos, para el segundo caso, ya que son los que me elevan el colesterol malo. Pasé por una gran crisis emocional al descubrir que en la mayoría de los productos que comía a diario y en todas las comidas, entraba a mi organismo alguna o las dos de esas grasas, tan usadas por la industria para conservar y realzar un alimento. Luego me fui haciendo, cada vez más, experta en seleccionar alimentos libres de grasa saturada y trans, y una cosa me llevó a la otra, hasta que me fui interesando en enriquecer mi día con la mayor cantidad y variabilidad de nutrientes posibles, entonces me di cuenta que si quería tener una alimentación rica y variada debía planificar estratégicamente mis compras y mis platillos diarios para evitar estar comiendo lo mismo disfrazado de otras formas. Por ejemplo: si desayuno tostadas con mermelada, almuerzo pasta, meriendo cereales o media lunas y ceno pizza, estoy comiendo, durante todo el día, carbohidratos, refinados en general, y nada de los otros nutrientes, y ni decir de los micronutrientes, tan vitales para la vida, como las vitaminas y los minerales. Si sólo pienso en “calorías” podría llegar a adelgazar aún con el ejemplo que di antes, ya que si como muy poco en cada comida, es decir: una tostada sola con mermelada diet, una taza sola de pasta, una media luna chica y una porción sola de pizza, adelgazo seguro, pero ¿me alimento?.... En cambio, te doy otro ejemplo: si desayuno un huevo, media anchoa, 5 almendras, una fruta; almuerzo legumbres con una ensalada de 4 verduras de colores distintos; meriendo una rebanada de pan integral amasado al agua sin sal con un pompón de ricota descremada con ralladura de cascarita de naranja; y ceno pescado con espinaca y puré de calabaza con aceitunas negras, podré hacer 2 grandes cosas: 1- comer más volumen que en el ejemplo anterior y NO engordar y 2- nutrir a mi organismo de lo que necesita para su buen funcionamiento.
Claro que no se trata de comer todo el día sin horarios, porque si como más de lo que necesita mi cuerpo VOY A ENGORDAR COMA LO QUE COMA, por eso me he creado mis reglas: “no picotear”,  “comer a horarios”, “perimetrar lo que como”, “servirme en el plato los alimentos según su valor calórico en “un cuarto y tres cuartos”, es decir: en la parte del tres cuarto del plato pongo las verduras y en el cuarto lo que más valor calórico tiene: la pasta, el arroz, la carne, la pizza, ¿entendés?.


CONCLUSIÓN: Si elijo calidad y controlo la cantidad no hay posibilidad que pierda el control respecto a mi peso.


MIS TIPS

Cuando compro alimentos elijo por calidad y variabilidad nutricional.
Organizo mis 4 comidas asegurándome variabilidad nutricional entre ellas y delimito la cantidad.



MIS AFIRMACIONES

Yo puedo controlar la calidad y la cantidad de lo que como.
La calidad y la cantidad adecuada en lo que como controlan mi peso y garantizan mi salud.

domingo, 23 de marzo de 2014

¿PARA QUIÉN ELIJO LO QUE SE COME EN CASA?

El día que decidí cocinar según lo que le convenía a mi salud, protestaron todos, ahí me di cuenta que hasta ese momento YO me había adaptado a los gustos del grupo familiar, que uno se va dejando llevar por los demás hasta el punto de creer que estoy de a cuerdo con lo que como, y lo que es peor, que es mi elección. ¿Alguna vez te preguntaste si estás de acuerdo con lo que cocinas, con lo que compras para comer?, ¿es tú verdadera decisión?, ¿no será que a manera de mimos compras y cocinas lo que sabes que les gusta a los miembros de tu grupo?. Porque de todo eso me di cuenta ese día. Las personas nos adaptamos a la mayoría siempre, salvo cuando se tiene una fuerte convicción de que algo debe ser distinto para uno, entonces nos enfrentamos a la lucha de ser eso: “diferente”.
Así fue que emprendí un cambio de dirección en mi alimentación y en la de mi familia. En principio me llevó 2 años que mi grupo familiar acepte y “respete” mi necesidad. Luego comencé a hacer un trabajo muy finito con ellos para que se vallan acoplando a una calidad nutricional mejor. Como sabía que les haría muy bien a la salud que dejaran el hábito de comer ciertos productos como el exceso de sal, fritos, fiambres, quesos grasos, etc., me convertí en una especie de noticiero cada noche durante las cenas y durante años, porque mientras yo comía la versión sana del menú, como por ejemplo: un plato de pasta con muchos vegetales, aceite de oliva con especies y nada de queso de rallar, ni crema, ni manteca,  ellos comían la versión opuesta, entonces les iba informando el daño que les iría produciendo el abuso constante de esos ¿alimentos? en sus organismos y las enfermedades que se estaban amasando lentamente. Durante años yo comí una receta y ellos otra, hasta que poco a poco comenzaron a comer de la mía, y después de 7 años logramos comer sano todos, compartir una misma receta, con algunas licencias para ellos, pero nada abusivo, por ejemplo: si hago una pizza de verduras le pongo un poco de mozzarella a la parte de ellos, pero a penas y siempre con muchos vegetales (ver “mis recetas”).
Como verás, uno no puede llegar un día a casa y cambiar la manera de comer, ni ninguna otra cosa, de la noche a la mañana. Se necesita más que paciencia, constancia, convicción, fortaleza emocional, y muchas otras virtudes, de lo contrario gana el grupo y uno termina por ser y hacer lo que no desea. Yo sabía que estaba tratando de “imponer” mis nuevas ideas y que los estaba manipulando, pero no lo hubiera hecho de estar tan convencida que los estaba rescatando de futuras enfermedades crónicas y altamente riesgosas para la vida. Hoy me siento orgullosa de haberlo hecho, de no haber aflojado, y creeme que no fue nada fácil. Yo apoyo cualquier cosa que quieran ser o hacer mis hijos, mientras no les afecte la salud y no se las afecten a otros, y por sobre todo, a la primera persona que aprendí a respetar es a mí, vale la pena.

domingo, 16 de marzo de 2014

¡DALE, COMÉTELO, DE VEZ EN CUANDO NO PASA NADA!


El problema es: si puedo definir en “tiempo” qué significa “de vez en cuando”, es decir: ¿a cuánto tiempo nos referimos cuando decimos “de vez en cuando”?, porque no es lo mismo darse un gusto cada 24 horas, cada 8 horas, cada 72 horas, una vez por semana, cada 15 días, una vez por mes, etc. Yo descubrí que las personas que dicen: “me doy un gustito de vez en cuando” desconocen la realidad de cuán periódico se dan ese gustito y que lo hacen más a menudo de lo que imaginan.
Creemos que tenemos el control y el conocimiento de todo lo que metemos en la boca, pero te aseguro que no es así. Un día me tomé el trabajo de tratar de recordar todo lo que puse en mi boca desde ese instante hasta tres días hacia atrás y fue terrible, no podía recordar con claridad, es como cuando te despertás y se te van borrando los sueños, como si fuesen informaciones no trascendentales, y que el cerebro decide no recordar para no almacenar info innecesaria.
Cuando comencé a prestar atención de la periodicidad con la que me daba gustos, descubrí que lo hacía más seguido de lo que pensaba, no solo eso, además me sorprendí por la necesidad que tenía mi organismo de darme aquellos gustos. Cuando traté de frustrar muchos de esos impulsos sentí, con claridad, cómo me subía la ansiedad a niveles casi desesperantes. Entonces, darme un gustito, no es una decisión que surge de mi libertad de elección, sino, por lo contrario, surge de la necesidad orgánica neuroquímica que aflora, cuando los componentes químicos de ese alimento que deseo comer, descienden en mi organismo, o sea que: ¿me doy un gustito de vez en cuando o calmo mi  adicción a ciertos alimentos?.
¿Qué hice con esta revelación?. En primer lugar traté de observarme con qué periodicidad sentía la necesidad de darme gustitos. Luego traté de frustrar los que consideraba que estaban muy próximos al último gustito que me había dado. Si no los podía frustrar apliqué mi “plan canje”, es decir: por otro alimento parecido pero saludable y natural. Cuando pude tener bajo control los períodos de tiempo con los que me daba gustitos, recién ahí pude saber y decidir, con libertad, cuándo y me doy un gustito.
Pero me parece interesante, compartir contigo, esto de darnos cuenta que no tenemos el control del acto de darnos un gustito, como tampoco son tan de vez en cuando como creemos. Ya que si reconocemos que algo se nos está yendo de nuestras manos, ese es el principio para poder comenzar un cambio.

Mis tips para destrabar el problema

1.     1º observo cada cuánto tiempo me aparece la necesidad de darme un gustito.
2.     2º Trato de frustrar la acción de darme un gustito que considere muy próxima a la anterior y observo qué siente mi organismo.
3.     3º Si siento que me sube la ansiedad y no la puedo controlar acudo al plan canje.
4.     4º Frustro la mayor cantidad de actos de darme un gustito, por un período de tiempo prolongado, hasta sentir que no estoy bajo el dominio de una adicción, que “puedo” no dármelo sin sentir que desespero.
5.     5º Finalmente me doy un gusto cuando siento que me lo merezco y no sufro si debo frustrarlo.


Afirmaciones

Frustrar el acto de darme un gustito me hace sentir fuerte y poderosa.

El poder es mío.

Las adicciones me roban el poder.

Darme un gustito es un acto de libertad, jamás volverá a ser un acto de abstinencia.

Si sé lo que me pasa lo puedo cambiar.

Si me engaño me pateo en contra.