domingo, 18 de septiembre de 2016

¡SE FELIZ YA! - EL INCREIBLE PODER DE LO PRIMITIVO

Una noche, después de una larga jornada de trabajo, subí a mi auto giré la cabeza hacia la ventanilla de mi lado y algo me llamó la atención, nada espectacular, de hecho fue solo la rueda de otro auto, solo se que puse mi vista en ella y de pronto sentí una felicidad absoluta. Fue como si flotara en un instante eterno, sin tiempo, sin dolor, sin ningún otro sentimiento más que un estado de plenitud y de "ser completa". En ese instante solo existía mi ser en paz y feliz de "tenerse a sí mismo". Mis angustias, mi dolor emocional, mis sufrimientos, mis miedos, todo lo malo en mÍ se desvaneció y pude sentirme muy feliz en el peor momento de mi vida. Y de pronto, como en un gran desencantamiento, volví a mi estado habitual, pero con un secreto nuevo para mi conocimiento.
Así descubrí algo extraordinario, que quiero compartir con ustedes, porque se que muchos sufren y no entienden cual es el premio de estar en la vida, cuando nada parece poder arreglarse. Para explicarme mejor me voy a apoyar en un ejemplo:

Un animal enferma y aun así disfruta de su existencia. Y aunque sienta dolor, conserva su capacidad de detenerse en lo que lo hace feliz. ¿Sabes por qué?: por que no tiene conciencia que está enfermo, no sabe que puede morir, ignora esa preocupación, sigue eligiendo entregarse a los placeres "primitivos" de su existencia, como siempre lo hizo, antes de estar enfermo. En cambio, las personas, que desarrollamos el lenguaje, la comunicación argumental y así la psiquis, hacemos todo lo contrario en igual situación: vivimos en la preocupación y nos alejamos de lo "primitivo" al punto tal que ya ningún estímulo bello proveniente del medio logra abstraernos, lo sentimos pero ingresa a nuestro cuerpo tan débil que no logramos detenernos en ello y flotar con ellos de verdad, disfrutando y olvidando el resto.
Imaginemos un gato, enfermo o no, se sube al sillón de su casa, se enrolla y disfruta porque solo se conecta con la sensación física que esa extraordinaria situación le le brinda. En cambio la señora de la casa se sienta en su cómodo sillón y aunque se desparrame cómodamente sobre sus almohadones  de pluma inflados y acaricie a su gato que le ronronea a más no poder, en lugar de conectarse con el placer que debiera despertarse en su cuerpo por la percepción "primitiva" de estos estímulo sensoriales, auditivos y táctiles, hace lo que los seres humanos sociales aprendimos a hacer: "pensar", entonces se concentra en los problemas, en los miedos, en los malos presagios, en todo lo que tiene que hacer y resolver, en lugar de entregarse a lo que está sucediendo en su aquí y ahora.
Aprendimos que "primero" hay que "tener" y "resolver" para después "ser" "felices". ¿Y tener y resolver qué?: tener una posición, tener bienes, tener salud, tener amigos, tener familia, tener y tener. Resolver los problemas económicos, de salud, de vivienda, de, de y de. Por eso nadie logra ser feliz y si lo hacemos dura lo que un suspiro, porque la vida se encarga de ponernos otro nuevo problema o de quitarnos algo que sí teníamos, como la salud, un trabajo, etc. No tenemos, como el gato, la capacidad de ser felices mientras transitamos un problema. Por eso, aunque nos echemos en un sillón super cómodo con nuestra extraordinaria mascota que nos brinda un concierto de ronroneos, nos sobreviene la angustia y no el éxtasis, como al gato, que ¡sí nos está disfrutando!.

La psiquis es la interpretación subjetiva de la realidad que es objetiva. Es decir, que si analizamos a nuestro ejemplo y nosotros somos la señora con nuestra mascota, podemos decir que podríamos vivir esta situación de dos maneras muy distintas: entregarnos a los mecanismos primitivos de nuestro cuerpo y "disfrutar" plenamente ese momento eterno de sensaciones relajantes para el cuerpo y el alma; o quedarnos ahí bloqueando todos los sentidos para darle lugar al pensamiento, que seguramente nos traerá a la conciencia todos los problemas que tenemos en la fila para resolver, "antes" de permitirnos ser felices. ¡Como si la felicidad fuese un premio!. Nos acostumbramos y compramos la idea social que la felicidad es la consecuencia de un logro y no un estado físico-psíquico que está a mano de todos en cualquier lugar y situación, solo basta con abrir los sentidos y dejarse invadir por lo placentero.

Cuantas veces hemos visto caminar gente mirando hacia abajo con cara de terrible preocupación, aun cuando el sol y la brisa suave y perfumada de primavera los abraza. Esas personas no pueden percibir los estímulos afrodisíacos del clima, porque la interpretación psíquica de sus problemas intoxica a sus cuerpos, invadiéndolos como lo hace un hongo en una pared.

Te desafío ahora, a que dejes por un instante a tus preocupaciones, a tu blá, blá, blá, y te entregues físicamente a los placeres que tienes a disposición aquí y ahora, como desparramarte en un sillón con tu mascota, recostarte bajo el sol suave de la mañana o la tarde, salir al balcón y dejarte envolver por la brisa, percibir el perfume del café, lo que sea que tengas a mano. Pero permitiéndote conectar a tu cuerpo con los estímulos que impactan en él a través de tus sentidos.
Esto es lo que hacen los animales: se conectan con los estímulos físicos que perciben a través de sus sentidos: el olfato, la vista, el tacto, el oído, el gusto. Fíjate que no cuenta el pensamiento, la creatividad, el lenguaje, los logros personales, nada social, solo lo primitivo: "percibo y siento".

Conclusión: para ser feliz se necesita más desarrollo primitivo y menos desarrollo intelectual. Esto no significa que haya que ser bruto para ser feliz. La clave es darse cuenta que a cada cosa hay que darle un lugar y no por desarrollar capacidades extraordinarias como el pensamiento, el arte, la ciencia, la habilidad de hacer dinero, etc., sea apagando la capacidad de detenernos en las sensaciones placenteras que percibimos a través de los sentidos. De otro modo, la felicidad sería inalcanzable para la mayoría de las personas, si la ubicamos como un premio a lo logrado, estamos fritos. Debemos encontrar la felicidad en cualquier lugar y situación para que la vida tenga sentido. Tiene que ser gratis y sin esfuerzo. Como el aire y la respiración. Solo así la hay justicia. La felicidad no es un premio al esfuerzo. Es una condición física, sensorial que adquieres si te abres a los estímulos placenteros que te rodean.

Debemos aprender a hacer "paréntesis" durante el día y "conectar" los sentidos para que los estímulos placenteros que surjan en el andar, puedan impactar positiva y ampliamente en nuestro cuerpo a través de los sentidos y así "entregarnos al placer" de esos extraordinarios momentos, como yo lo logré aquella noche, en donde mi "vista" se perdió en una imagen serena en un momento turbulento de mi vida, logrando así serenarme hasta la felicidad. La "vista" me había abierto una puerta hacia la calma en el momento más estresante. ¿Te das cuenta?, fui feliz por un eterno instante en el peor momento gracias a la "vista", un simple y extraordinario sentido que siempre estuvo conmigo y no valoré hasta ese momento.

Verónica Lercari


3 comentarios:

  1. Es verdad lo que decís, a muchos nos cuesta conectarnos porque los problemas de la vida diaria nos distraen y consumen horas de la existencia . Aprendimos a usar el intelecto para preocuparnos, alterarnos y sufrir. Por eso es necesario volvernos niños y recuperar la alegría perdida. Para ello te invito a reflexionar con esta breve historia que también me hizo ver una realidad que estaba oculta para el niño que hay en mi.
    Se llama
    Las siete maravillas del mundo para una niña.

    A un grupo de estudiantes de escuela primaria se les pidió que listaran lo que ellos pensaban eran las “7 maravillas del Mundo”. A pesar de ciertas diferencias, las siguientes fueron las que más votos recibieron:

    1. Las Pirámides de Egipto
    2. El Taj Mahal
    3. El Gran Cañón de Colorado
    4. El Canal de Panamá
    5. El Edificio Empire State
    6. La Basílica de San Pedro
    7. La Gran Muralla China

    Mientras contaba los votos la maestra notó que había una niña que no había terminado de listar sus sugerencias. Así que le preguntó si estaba teniendo problemas con su lista, a lo que la niña respondió:

    – Si, un poquito. No puedo terminar de decidirme pues hay muchas.

    La maestra entonces le dijo:

    – Bueno, léenos lo que tienes hasta ahora y a lo mejor te podemos ayudar.

    La niña lo pensó un instante, pero luego leyó:

    – Yo pienso que las siete maravillas del mundo son:


    1. PODER VER…

    2. PODER OÍR…

    3. PODER TOCAR…

    4. PODER PROBAR…

    5. PODER SENTIR…

    6. PODER REÍR…

    7. … ¡Y PODER AMAR!

    El salón se silenció a tal punto que si se hubiera caído un alfiler se hubiera escuchado.

    Las cosas simples y comunes que nos rodean, y a las que pocas veces prestamos atención, son sencillamente…

    ¡¡¡… maravillosas!!!

    ResponderEliminar
  2. Respuestas
    1. hola Vero , que lindas palabras y cuanto de verdad cuando pones como ejemplo a los animales que siendo mas primitivos aveces parece que valoran la vida mas que nosotros .... gracias por compartir tus conocimientos y tu bellesa

      Eliminar