“Querer” no alcanza para alcanzar la meta, sin la
“acción” consecuente al deseo.
Todos “queremos” ser delgados, ¿pero alcanza con eso?. Pasan
los años y nos cansamos de subir y bajar de peso, como un sin fin que nunca se
estabiliza en ese cuerpo que deseamos, porque volvemos a engordar
sistemáticamente, ¿verdad?.
¡Claro!, yo también pasé por eso, hasta que un día me hizo
“clic” la cabeza y dejé de engañarme, es decir, me di cuenta que esforzarme
para bajar de peso unos cuantos días o un tiempo determinado, no me sirve si
vuelvo a comer mal.
Supe, entonces, que el truco es diseñarme un método o una
estrategia clara, que pueda respetar toda mi vida, y aunque un día caiga en la
vil tentación, pueda retomar mi camino rápidamente sin deprimirme, sin
sacrificios y sin quilos demás.
Tener una estrategia significa, para mi, no solo la luz que
ilumina mi relación con la comida, es mi alegría emocional, es mi “yo puedo”, y
eso no es poca cosa, todo lo contrario, no es nada más ni nada menos que PODER.
El “poder” es lo que nos trae la calma en todos los aspectos
de la vida. Yo soy tan feliz cuando logro poder con algo, que siento la
obligación espiritual de compartirlo, pues pienso que si me pasa a mí, les pasa
muchas personas, y si encontré una ruta de salida, una pista, una puerta, una
idea, por mínima que sea, debo compartirla para ayudar a otros.
Claro que a no todos les conviene “poder”, y ¿sabés por
qué?, porque pudiendo se deja de ser víctima. En mi caso, detesto ser víctima
de cosas que yo puedo cambiar, dejo ese adjetivo para las personas que
sufrieron una desgracia de las que no son responsables, pero no me permito
victimizarme solo por comodidad, prefiero ser valiente y cambiar las cosas.
Veo envejecer mucha gente diciendo “quiero ser delgado”,
pero sus comportamientos frente a la comida son decadentes, flojos, y aunque se
rían y hagan chistes al respecto, minimizando sus verdaderos sentimientos de
frustración, no puedo dejar de sentir pena por ellos. Esa pena me hizo
reflexionar respecto a mis sentimientos sobre mí en el presente y en el futuro,
me hizo preguntarme: ¿quiero sentir pena por mí?, ¿puedo cambiar este
sentimiento por orgullo?. ¡Claro!, pero tuve y tengo que trabajar mucho con mis
debilidades.
“Para ser delgada actúo en
consecuencia, la acción define el resultado y no el deseo”.
“Pudiendo dejo de ser
víctima”.
“Modifico mis sentimientos de
frustración por sentimientos de orgullo a través de mi trabajo personal frente
a mis debilidades”.
TIP: Actúa en consecuencia a
tu deseo y obtendrás lo que sueñas.
Verónica Lercari