Yo, como muchos de ustedes,
me levantaba sin apetito y desayunaba poco y nada, aún hoy, cuando le pregunto
a alguien: ¿qué desayunás?, me responden: “muy poco, a la mañana no tengo
hambre”. Es que comemos muy mal, nuestra distribución de los alimentos durante
el día es errónea, por eso estamos siempre con kilos de más y una eterna insatisfacción digestiva. Digamos que por
las mañanas nos sentimos fuertes para decirle NO a las tentaciones y a
cualquier comida, pero ¿qué pasa con el correr de las horas?, el organismo no
puede andar sin combustible y se va desatando una especie de olas de hambre y
ansiedad que subsanamos deficientemente, además lejos de nuestros hogares, en
los trabajos, se complica, y al llegar la tardecita noche sucumbimos ante
cualquier delicia o porquería que se nos presenta. Es decir, ese “poder” que
tenemos por las mañanas, de tomar distancia y decir que NO a las tentaciones,
lo perdemos por completo luego de tantas horas de aguantar, y así, sin "poder", encaramos el
único momento de comer y alimentarnos como Dios manda, con una ansiedad por las nubes y un
hambre que no parece acabar nunca. Por las noches no sabemos cuál será el
último bocado, mientras que por las mañanas no nos interesa ninguno, por las
noches no paramos. La ansiedad la tenemos tan elevada al final del día que aún
después de cenar sentimos la necesidad de comer algo dulce, y luego algo más y
así hasta el infinito….
Por todo eso, un día me dije:
voy a hacer lo opuesto a ver qué pasa. Me levanté, y aunque no sentía
hambre, me preparé un desayuno de reina con fruta, huevo, pan integral, 5 frutas
secas, media palta chica y mate con cascaritas de naranja, para mi asombro no
tuve ataques de hambre ni de ansiedad en todo el día, pude controlar la
compulsión de picotear entre horas, pude organizarme un almuerzo tardío, como a
las 14.00 horas, sin estar desesperada de hambre, por lo que no me lancé a
comer cualquier porquería, sino todo lo contrario, sentí que tenía el “poder”,
que te otorga la ausencia de hambre y de ansiedad frente a la
comida, eso me permitió seleccionar un menú sano y natural, luego no tuve
ataques de hambre durante la tarde, lo que me permitió llegar a la hora de la
cena en calma, pude armar un plato sano sin picoteos previos no POSTERIORES a
la cena. ¡ALELUYA!, sentí que había descubierto la pólvora del equilibrio y del
éxito con las comidas.
En nuestra sociedad se
desestima por completo el desayuno, y cuando se hace es de pésima calidad. Aquí,
en esta parte del planeta un buen desayuno es una taza de café con leche con
medialunas, o tostadas con manteca y dulces, o con queso, o
lácteos y copitos de cereal en caja. Pero yo me atreví a mejorarlo y a pensar
en qué necesita mi organismo como nutrientes, y no qué prefieren mis papilas
gustativas. Así fui reemplazando una cultura por otra, ya que uno come según la
cultura que se nos enseñó o según lo que aprendemos del medio que nos rodea,
como a través de la TV, lo que leemos, etc.. Lo que menos quiero para mi
organismo es toda esa grasa saturada y trans de la bollería y de tanto lácteo,
en cambio ahora me atrevo a agregar alimentos como claras de huevo, de vez en vez un
huevo entero, palta, frutas, frutas secas, avena, pan integral amasado al agua
de buen origen, como el hecho en casa, pasta de porotos negros, rojos, soja,
lentejas, pepinos, otras verduras, etc. Desayunar bien no solo me alimenta, me
permite controlar mi apetito durante el resto del día y bajar la ansiedad
evitando usar a la comida como “calmante” o anti ansiolítico, me permite comer
menos cantidad, no necesito comer a media mañana ni a media tarde, puedo hacer
un almuerzo y una cena tranquila sin desesperaciones ni sensación de
sacrificio.
RESUMIENDO
MIS TIPS
· Un buen desayuno,
rico en nutrientes, me baja la necesidad de comer todo el tiempo durante el
resto del día y me baja la ansiedad.
· Un buen
desayuno, rico en nutrientes, me ayuda a comer menos al final del día, a no
picotear y a no tener la necesidad de comer cosas dulces después de cenar.
· Un buen
desayuno, rico en nutrientes, me alimenta, me ayuda a tomar mejores decisiones
y a rendir física y mentalmente para lo que me proponga.
n las comidas.